Nueva política de la Unión Europea

11/11/2011

por Sumá Fraternidad

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Comparto a continuación los enlaces a dos notas del diario español El País acerca del rumbo que está tomando la política europea en materia de cooperación internacional.


La cooperación europea se centrará en los más pobres de América Latina

del 10 de noviembre y La UE concentrará la ayuda al desarrollo en la democracia y los derechos humanos del 25 de octubre.

Es un argumento muy relevante para nuestro trabajo, porque la UE es la principal fuente pública de financiación para la cooperación al desarrollo del mundo y sus decisiones tendrán una probable incidencia sobre otros financiadores. También hay que decir que los temas tratados en las notas no son nuevos, simplemente confirman una tendencia ya presente hace años: destinar prioritariamente las ayudas en cooperación hacia aquellos países que presenten bajos indicadores económicos, como por ejemplo la renta per cápite. La idea que fundamenta esta política (bastante razonable, si la tomamos aislada de otros factores) es que un país con buenos indicadores económicos dispone de las herramientas para encarar sus propias desigualdades sociales. De esta manera, en nuestra región, se seguirá destinando ayudas a países más «necesitados» como Bolivia y Haití.

Sería demasiado largo, y quizás tampoco apropiado, intentar demostrar que las cosas no son tan simples. Me limito a unas simples acotaciones al margen:

1. No siempre los indicadores macroeconómicos reflejan situaciones objetivas; por lo contrario, pueden responder a criterios más «políticos» que técnicos. Utilizarlos para determinar políticas de cooperación puede afectar las poblaciones meta de los proyectos, que nada tienen que ver con la confección de dichos reportes.

2. Las «bolsas de pobreza» no corresponden a desigualdades tan marginales como a veces vienen descritas en los informes oficiales de las entidades cooperadoras. Es suficiente ver cuántas personas viven en los asentamientos que rodean todas las grandes ciudades argentinas.

3. Más allá de las justificaciones que se presentan, los recortes presupuestarios a la cooperación al desarrollo tienen su origen en una falta de política a largo plazo en este tema de parte de los países centrales: en lugar de basarse en un amplio consenso entre fuerzas políticas, la cooperación sufre las circunstancias y las conyunturas del momento, no es vista como una buena inversión, sino como simple «ayuda humanitaria» que puede ser recortada en presencia de crisis internas. Lo que estuvo decidiendo la administración Berlusconi al respecto durante los últimos años, por ejemplo, es de lo más aberrante.

De todos modos, vista nuestra distancia de los procesos de toma de decisiones en materia de cooperación internacional, no estaría demás interrogarse sobre su futuro en la Argentina. Comparto algunas consideraciones (muy, pero muy generales) sobre este tema.

Por un lado, me parece bastante probable que los fondos disponibles en se cooperación tradicional (educación, lucha a la desnutrición y salud) se achicarán cada vez más. Las intervenciones de las ONGs en estos sectores, entonces, tendrán que enfocarse en ser puntuales y estratégicas, a fin de que logren incidencia en las políticas públicas, tanto nacionales como locales, y garanticen el efectivo ejercicio de derechos sociales que ya están contemplados en las herramientas jurídicas vigentes. En el caso que sea necesario, las ONGs podrán trabajar (varias ya lo hacen) sobre adecuación normativa y acompañamiento en litigios estratégicos capaces de sentar jurisprudencia.

Por otro lado, tres ámbitos de cooperación aun relativamente nuevos son la generación de empleo formal, la reducción de la brecha digital y el medioambiente, con todas las interrelaciones que pueden surgir de ellos, como por ejemplo los «empleos verdes«. Tal vez, dentro de unos años, las convocatorias disponibles para la Argentina se concentrerán estratégicamente en estos sectores, y las ONGs ya tendrán que prepararse.