Solidaridad y voluntariado en tiempos de pandemia

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En un contexto de pandemia y distanciamiento social, el voluntariado internacional enfrenta un nuevo desafío: cómo estar cerca a pesar de estar lejos y cómo acompañar a las organizaciones sociales en este momento tan particular, que es cuando más ayuda necesitan. Sin embargo, es en estos tiempos de crisis en los que la solidaridad se reinventa y apuesta por el camino de la creatividad para encontrar formas para salir al encuentro a pesar de los obstáculos.

MilONGa es un proyecto que ofrece oportunidades de voluntariado fraterno, intercultural y de calidad para jóvenes entre 21 y 35 años, con compromiso y ganas de hacer una experiencia social-global que ayude a fortalecer el trabajo de diferentes ONGs. Trabaja en red junto a 20 organizaciones ubicadas en países de Latinoamérica y en Jordania, Kenia, Italia y Portugal a las que los jóvenes pueden ir y vivir una experiencia de voluntariado intercultural desde 1 mes hasta 6 meses con acompañamiento y formación para el voluntario.

A 2020, han pasado por el programa más de 120 voluntarios. La propuesta es la de un voluntariado “fraterno” donde el foco esté puesto en el vínculo de reciprocidad, es decir en ver al otro como un igual y en la transformación que surge a través del encuentro y el enriquecimiento mutuo.

Pero en marzo 2020, cuando proyectaban nuevas experiencias de voluntariado y formación, la pandemia de coronavirus provocó la suspensión de las actividades. “Nunca imaginamos el impacto que iba  a tener y que nos iba a afectar como nos afectó. Veíamos que estaba complicada la situación en Italia pero no en Latinoamérica, hasta que empezamos a tener problemas para que los voluntarios llegaran a destino por los cierres de frontera. Tuvimos que tomar decisiones sobre la marcha y la primera fue suspender los voluntariados”, relatan Virginia Osorio y Janeth Cárdenas consultoras técnicas del programa y quienes coordinan la oficina de Milonga en Argentina para toda sudamerica de habla hispana. “Pero a medida que pasaban los meses entendimos que el programa ya no iba a poder ser presencial”, agregan.

Fraternidad en acción

Sin paralizarse ante la incertidumbre, decidieron realizar un encuentro vía Zoom con los voluntarios que ya habían pasado por el programa para pensar juntos cómo seguir. Se propusieron incrementar el acompañamiento a las organizaciones sociales, conocer su estado y necesidades y crearon un grupo de Facebook para trabajar en red y compartir experiencias. “En algunos casos las organizaciones ya estaban recibiendo ayuda económica pero el hecho de que los voluntarios se hicieran presentes significó mucho. Fue crear un canal para incentivar los vínculos que ya estaban, que alguien pregunte cómo estás en este contexto aunque esté lejos también es acompañar”, relatan.  

Otras organizaciones sí estaban más necesitadas en cuanto recursos, y fue en esos casos que la creatividad empezó a motorizar distintas iniciativas. Cómo el caso de Ana,  una joven española que realizó una experiencia de voluntariado en la La Casa de los Niños en Cochabamba, Bolivia y al enterarse de la difícil situación que atraviesa la organización debido al coronavirus, decidió poner sus saberes a disposición. Ana es terapista ocupacional, especializada en ejercicio físico y estilo de vida saludable y durante la cuarentena se capacitó en actividades dirigidas de ejercicio físico y planificación de rutina por lo que decidió crear rutinas deportivas personalizadas y donar el 100% de los aportes a La Casa de los Niños, organización de la que dependen 300 familias en situación de extrema vulnerabilidad. Su proyecto, logró recaudar más de 1650 euros que fueron donados a la organización.

Otros como Giacomo, un joven italiano que realizó un voluntariado en Kenia en 2019, no solo siguió acompañando a la distancia a la comunidad con la que se vinculó, sino que el deseo de continuar siendo voluntario lo llevó a participar de una organización social y ambiental en Turín, la ciudad en la que vive y estudia. “Una vez que sos voluntario, sos voluntario siempre  y ponerse al servicio es parte del impacto del Milonga. No es que terminás la experiencia y listo, sino que continuas formando estos vínculos con este sentido de fraternidad”, explican Virginia y Janeth. 

 

De lo presencial a lo virtual: ¿hacia un voluntariado digital?

Hoy desde las oficinas técnicas que componen Milonga se encuentran intentando adaptar las experiencias de voluntariado a la virtualidad. Esto, sin embargo, no resulta un proceso fácil. “Las ONG están con emergencias inmediatas y plantear un voluntariado virtual supone ciertos desafíos: falta de capacidad RRHH para coordinarlo y delegar tareas en la urgencia.  Es un desafío entender el rol de Milonga en este contexto”, explican Virginia y Janeth. 

“Muchas organizaciones no están listas para recibir voluntarios virtuales, hay mucho que se vive en la presencialidad y que hace parte de la experiencia que lo virtual no reemplaza. Por otro lado, hay necesidades concretas como comunicación, búsqueda de fondos o difusión, en la que vendrían bien voluntarios pero muchas organizaciones no están hoy en una situación que permita absorber esa ayuda”, explican.

Si bien el contexto no permite ver mucho más allá, la prioridad hoy es continuar acompañando a las organizaciones, trabajando en ampliar la oferta de voluntariado sobre todo en Asia (en India es donde el proceso está más adelante) y a la par construir una oferta específica para tareas virtuales y espacios de formación. “Mientras los voluntarios no viajan las organizaciones no desaparecen, necesitan ayuda, por eso nos seguiremos reinventando”, afirman.

Existe una zona de creatividad en este tiempo, incluso en un contexto de cuarentena y distanciamiento social, cuando uno se siente tan limitado. Para quienes tienen ganas de ayudar el impulso hace surgir las propuestas y para quienes no lo tienen como algo natural, es la oportunidad de desarrollarlo. Por eso creemos que la ayuda y las ideas van a llegar. Desde Milonga nos proponemos que el voluntariado sea un estilo de vida, ese es nuestro objetivo, que no sea solo una experiencia sino una relación que se construye”, concluyen.

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